sábado, 20 de septiembre de 2008

Mute.

Cuando me dejaste no pude hablar con claridad. Dije “si” y mentí. Te mire a los ojos y ellos no quisieron hablar conmigo, me esquivaron y buscaron la nada. No se si así me dijeron mucho más que si me hubiese mirado, no lo sé. Y llore adelante tuyo. No aguanté. Vos también lo hacías, y nos abrazamos, calidamente como siempre. Pero no. Dije “si” y mentí.
Cuando me dejaste sentí a mi alma en carne viva, desangrándose. En silencio hablamos largos minutos, hasta que te bese. No fueron más que pocos segundos. Y mis dedos se abrazaban con los tuyos, con una fuerza que jamás habíamos practicado. Como con miedo a soltarnos. A separarnos.
Cuando me dejaste, yo también te deje. Deje que me mintieras diciéndome que era lo mejor. Y dije “si” y mentí. Yo también te deje, yo también te mentí, y necesito pedirte disculpas por lastimarte, por que sé que feo se siente.
Cuando me dejaste nos despedimos tímidamente, como si pronto nos volviéramos a ver. Me miraste vagamente con los ojos empapados y dijiste chau. Yo asentí con la cabeza dejando caer las lágrimas que rebalzaban de mis ojos. Y me quede mudo.
Desde ese momento me quede mudo.
Siempre te recuerdo.
Y grito. Estando mudo.
Grito.
Sin voz.
Sin vos.

No hay comentarios: