miércoles, 30 de abril de 2008

miércoles, 16 de abril de 2008

Memorias.

Tengo 84 años. Hoy me levanté y tengo 84 años, de repente. Fuí al baño y abrí la canilla entre agua caliente y fría, para que salga tibia. Puse mis arrugadas manos en forma de basija debajo del agua y las dejé ahí hasta que rebalse. Me lave la cara y me saqué las lagañas con mucho esfuerzo.
Me mire al espejo, me vi canoso, arrugado, con un par de pecas... y me cagué de risa.

Salgo del baño, moviendo la cabeza como diciendo "qué cosa, Dios..." y me río casi constantemente, como ironico. Llego a la cocina y pongo la pava para tomarme unos mates, estoy solo. Salgo de la cocina y me siento en el living. Puedo ver que el calendario dice "2070". Me pregunté si me acordaba algo de mi vida cuando tenía 20, 21, 22 años... estoy medio abrumado.

Puedo recordar que por esos años viví cosas incomparables. Crecí muchisimo en ese momento, conocí la felicidad extrema. Llorè. Amor. Amistades. Hasta me crecìa la barba. Nuevamente reí torpe pero fuertemente... tosí y el ruido de la pava me avisaba que el agua estaba por hervir.

Me hice el primer mate, y volvi a recordar. Amor. Amistades. Lloré. Me acordé que por aquel entonces había perdido a mi abuela y siempre, antes de dormirme le daba un beso a el pañuelo que dejaba en mi mesita de luz, era un pañuelo que ella misma me había dado cuando estaba muy enferma en la cama de un hospital. Lo besaba todas las noches como en agradecimiento por todo, por ayudarme a despertar cada día.

Ya voy por el quinto mate y recordé que también habìa conocido el Amor. El sexto, y la nostalgia. El septimo, el octavo y las memorias que se hacen presentes, y con ellas las sonrisas, y siempre, en cada una de las memorias que recuerdo, estás presente.

Fui hasta mi habitación y abrí el primer cajon de la comoda, en primer plano encontrè el pañuelo de mi abuela, el cual sigue igual, gastado. Lo beso como nunca, y lo abrazo. Luego, debajo, hay una caja que contiene historia, maquillada con el polvillo de años. Saqué la caja y fui hasta la mesa. La apoyo y la abro, y veo fotos, cartas, dedicatorias, veo todo, guardé absolutamente todo, en la caja y en el corazón por que de cada cosa que agarro tengo recuerdos imborrables que lo acompañan, y siempre estás. Más abajo hay una especie de cuaderno, grande, muy grande. En la portada dice "Mis Memorias". Son 234 hojas, de las cuales 233 estan completamente en blanco de las dos carillas. La hoja 234 tambièn está en blanco, solo que en el margen inferior izquierdo dice una palabra. Sòlo una palabra, pero que encierra 84 años de vida. Y volví a reir.






VOS.


Ojos cerrados...

Anoche soñé con vos...
En mi cuarto oscuro, asomabas tranquila, caminaste unos pasos hasta mi que dormía manso en mi cama. Llegaste a mi y me acariciaste la mejilla con la yema de tus dedos. Yo abría los ojos con esfuerzo y noté tú figura y una risa esbozó mi rostro. Luego volví a cerrar los ojos y dormirme, por miedo a que te vayas. Te recostate a mi lado y te quedabas mirándome... serà por que te gusta mirarme mientras duermo, con la guardia baja, desprotegido y vulnerable...

La escena siguiente estabamos en una playa, mirando el mar. Mar cristalino, que a lo profundo combinaba de manera perfecta los celestes, los verdes y los azules. Era inmenso, el mar y el cariño. Sereno, precioso. Un mar que se dejaba admirar, conciente de toda su belleza. Como quien es coherente de lo que genera. Estabamos nosotros ahí, sentados uno al lado del otro, con toda la playa para nosotros. Con todo para nosotros. Podíamos oler el aroma tan caracteristico de ese aire, y sentía como me acariciaba tu cabello cuando la brisa suave bailaba con él. Sentados ahí sentimos como nos trasportaba el color del cielo cuando se apoyaba en el agua al atardecer. Siempre disfrutamos juntos la belleza eterna de lo que dura demasiado poco. Sentados en silencio, mirando el mar, seguíamos nosotros dos, en el medio. Te agarré la mano y le di besos. Vos me dijiste que podías sentir en mi ser esa tranquilidad que tanto amas, esa paz que te serena y que te da seguridad, como el mismísimo mar que no dejaba de mirarnos, celoso. Luego di vuelta tú mano y te bese la palma, y te pedí que cerraras fuerte la mano y guardaras ese beso, y no pude reincorporarme, sin premeditarlo había dejado mi cuello para que vos lo besaras despacio, por que en este sueño nos amabamos despacio, y así fue, y cerraba los ojos...

... Al volver a abrirlos fue como despertar de golpe, con una sonrisa en mi rostro y me fije la hora y habian pasado 5 horas. Luego volví a cerrar los ojos y a dormirme, pero ya sin el miedo a que te vayas. Entendí que nunca, nunca, te irás de mí. Cerré los ojos, y me dormi con una sonrisa.

martes, 1 de abril de 2008

El Ciclón


No somos los más poderosos, ni queremos serlo (porque nuestra raíz está en el pueblo y ahí el poder se concibe de otra forma).
No ganamos tan seguido como otros, y nos resbala (porque el verdadero amor no transa con los resultados).
Nos fuimos a la B (porque el fútbol necesitaba una metáfora para la fidelidad eterna).
Nos vendieron la cancha (porque, después de levantar otra con nuestras propias manos, solos, entregamos una metáfora de la dignidad). Todo esto es verdad. Y también esto...
Que nuestra hinchada (vos, yo, todos) es una leyenda mundial, admirada hasta por Maradona, única hinchada a la que Diego, en plena Bombonera, la hizo una reverencia.
Que nuestros jugadores llenaron las canchas de fútbol, en todas las décadas, con equipos inolvidables, decenas de goleadores, primer campeón invicto, primer bicampeón Metro-Nacional, campeón con más puntos en torneos modernos, único que ganó 13 partidos al hilo.
Que el Gasómetro fue el primer templo sagrado del fútbol profesional y que vive en la memoria de todos, Cuervos o no.
Que la campaña en la B, cuando recaudamos más que los equipos de la A, es un hito que seguramente jamás será igualado. Llenamos Vélez, Boca y River. ¿Quién más lo hizo?
Que San Lorenzo nació hace 100 años para ser, en estos tiempos de dictadura pragmatista, el quijote de la sonrisa empecinada, el último bohemio de la poesía tablonera, el antídoto contra la desesperanza.
Eso es el Ciclón, gente: la excusa más hermosa para celebrar los pequeños grandes momentos, ese rompecabezas existencial donde hay que saber ganar y perder, caerse y levantarse, sufrir y gozar, reír y llorar, y ser fiel, siempre, a los sueños y a uno mismo. No todo está perdido, gente, si en la victoria o la derrota, en la angustia o el éxtasis, le das un beso a la azulgrana y gritás igual, el-Ci-clón, el Ci-clón, y ese océano de brazos apunta al cielo, ahí donde vuelan, invictos, los Cuervos de todo el mundo.

Feliz cumple, mi amor!