sábado, 9 de agosto de 2008

Miedos

Hoy es un día de esos que te quedas sentado, sólo, tomando mate y pensando en el placer del silencio de la tarde fría de invierno. Cielo gris y probables garúas terminan de decorar la tarde. Especial para escarbar sobre los miedos. Estoy lleno de miedos. Reales. Fantasmales. Paranoicos. Ínfimos. Perseverantes. Insistentes. Fugaces. La lista es larga…

Tengo miedo de todo tipo y color, el catalogo es abultado. Los que más me joden son los que involucran a las personas que más quiero. Muchos de ellos hacen que crezcan los muros. Los que se construyen con el dolor y los que no se derriban fácilmente. Entonces tengo miedo que lo que construí a mí alrededor sea más resistente que la misma Muralla China y allí me aparece la angustia de que no pueda derribarlos. De que me acostumbre a vivir con ellos, de que no les haga frente, de que no pueda plantármele y dejarle bien clarito que por mas cemento que le pongan al muro siempre daré pelea, por mas que el cagazo se apodere de mi y de mis entrañas. Así sé que soy yo. Miedoso, pero que igualmente va al frente, pese a ellos, sabiendo que los miedos son parte de la vida y degustando el placer que genera el enfrentarlos y derrotarlos. Miedos que si los sacas te dejan ser feliz.

Recuerdo la frase que le decía al Burro a Shrek: "como una cebolla, lleno de capas". Eso siento. Los años, los daños, te encierran bajo diversas capas. Una detrás de otra. Un día te das cuenta que sos una cebolla. Pero tenes que “pelarte” para derribar los muros y así, llorar. Lograr superar los muros, los miedos. Puede que éstas dos cosas las construyamos nosotros mismos. Somos seres miedosos que queremos ser felices. Hay veces que no les hacemos frente y, posiblemente, sea una forma de mantenernos intactos. Pero ojo, intactos no significa felices. Nadie sale indemne de nosotros mismos.

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