martes, 1 de julio de 2008

Choques y Colores

A vos.


Soy afortunado. Tuve un choque, de frente con tus labios. Ibamos por carriles diferentes, pero la brújula nos marcaba el mismo destino. Mis labios chocaron con los tuyos y pude ver las estrellas, de verdad. Era una noche oscura cuando decidimos apretar el acelerador. Tus dedos y los míos jugaban, siempre, a abrazarse y transpirar. Y nosotros, nos contagiamos del vicio.

Escribimos hojas nuevas, como sabiendo que en nuestros escritos no existe el punto final. Resguardamos lo que más sentimos. Por eso sabemos, también, cuando frenar. Y cuando estacionar. Cuando el parkimetro está por explotar, siempre colocamos una ficha más.
Es así, mi vida, que siempre te llevo guardada muy cerca del corazón. Aprendimos a manejarnos y nunca vamos a apurarnos por demás.

El mapa, a veces, desaparece y nos perdemos en el laberinto de asfalto. Y siempre reencuentro el camino guiándome por tú olor. Buscándote por tú olor. Nuestras cabezas se queman en el dolor y en el placer; pero ambos sabemos que nunca nos vamos a quemar mal.

Un beso y otro más, y el miedo vuelve a aparecer. Placeres que nos dará la fluidez y el dejarnos ser. Bailaremos en la cornisa sin miedo a caer, y si lo hacemos, si caemos, lo haremos de pie. Y nos daremos la chance otra vez, y del sueño que un día los dos digamos “quiero, hasta perecer”, quedará el recuerdo que el miedo no nos pudo vencer.

Nunca dejaremos de ser enamorados. Tu y yo. El tiempo corre, pero jamás para, y ambos sabemos cómo resistir a ello. Nuestros dedos, y nuestros cuerpos, siguen jugando a abrazarse. Los dos sentimos lo mismo, y por igual; es por eso, mi vida, que sabemos cuándo acelerar, para poder ser afortunados y volver a chocar nuestros labios. Volver a ser nosotros.

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